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Mostrando entradas de 2009

AMANECER EN LA FRONTERA (Commuting across the Border)

Cierro los ojos al disparo de la pistola que me apunta. Y los abro al estirar el brazo y apagar el despertador a las 4:45 de la mañana. Hace unos meses, cuando no tenía la obligación de un horario de trabajo no habría imaginado que presenciar el amanecer fuera tan estimulante –los crepúsculos están sobrevaluados-. Enciendo los faros del carro y enfilo hacia el cruce fronterizo. En el trayecto escucho SESION I por enésima vez en mi estéreo. No me canso de oírlo. Cada vez que lo escucho hago el ejercicio mental de imaginarme que soy una persona distinta entre las que me lo han comprado y, así me dejo sorprender una y otra vez por mis propias letras, por la voz de KLEYTON y sus juegos vocales, por los arreglos de Jorge VILLALOBOS. Unos cincuenta mil automóviles cruzan diariamente la frontera por sus 19 puertas a esta hora. Emigrados que viven en Tijuana y trabajan en los alrededores de San Diego, del otro lado de la frontera. Es una hora al día que se pierde o se gana en la espera, y qu

EL SUEÑO AMERICANO NO ES AUTOMÁTICO

Bajé del trolley. Sobre la acera ya había una línea de personas con una carta del Home Land Security Department similar a la mía en las manos. Caminé para colocarme al final, y la línea dio la vuelta a la manzana hasta el mismo sitio donde yo había bajado del trolley. Los que hacíamos la fila nos movíamos inquietos en nuestro lugar, disipábamos el nerviosismo en la charla con el de adelante y el de atrás. “Si ya esperó treinta años, que no pueda esperar una hora!”, decía una señora a otra. Luego la típica especulación, que nunca faltan en estas situaciones: “Nos van a dar unas fichas y luego nos van a llamar en diferentes horarios”, que alguien secundó con un “Yo creo que sí, porque si no ¿dónde van a meter a tanta gente?” Pues la metieron! El Golden Hall del US Court de San Diego en punto de las diez de la mañana se llenó con 1750 personas. “Hola!” dije a mi izquierda a una peruana, y “Hi!” a una china, a mi derecha. Me causaba gracia considerar que a pesar de nuestros diversos orígen

EL CAMAROTE DEL ÁRBOL

El señor Cruces cortó ramas de una jacaranda, un hule y un palofierro en el jardín trasero de su casa , y en el claro que abrió en medio de las frondas montó sobre los troncos y dos pilares un prodigio de curiosidad y paciencia. Desde que se va subiendo entre las ramas de la jacaranda florida por los peldaños de la empalizada recubierta con redes de pescar, bajo un diluvio de flores moradas, se siente que se va dejando la ciudad y el tiempo. Y a uno lo va envolviendo una de las fantasías mejor logradas en Tijuana. Se trata del más extraordinario camarote de barco del siglo XVIII el que, a falta de mar y barco, el Sr. Manuel Cruces construyó sobre las ramas de sus árboles en el jardín de su casa. Me pidió cuidar su casa mientras él y su esposa pasan una semana en la Ciudad de México. Por supuesto que desprecié el sofá de la sala y me encaramé a la aventura que me tenía prometida este camarote de barco en las ramas, desde donde ahora escribo esto al capricho de mareas que me remontan. Y

A LA COMUNIDAD DE ARTISTAS DE TIJUANA

A la comunidad de artistas, intelectuales, promotores culturales y amigos todos de Tijuana, Queridos coetáneos, Hace ya unos días tenía la gana de compartir con ustedes este contento que sentí por la designación de Héctor Villanueva a la cabeza del CECUT. Es verdad que no puedo sustraer de esta alegría el afecto hacia Héctor, nacido de una vieja experiencia de trabajo y sueños compartidos durante los primeros tiempos de Estéreo Frontera, donde él hacía de programador y yo de locutor a finales de los ochenta. Muchos de nosotros coincidimos por primera vez en ese cuadrante de la radio. Éramos inquietos y curiosos, y nos lanzábamos a nuestras primeras aventuras culturales sin más recursos que las ganas de componer el mundo. Después cada quien siguió su camino y al paso de los años, de cuando en cuando, nuestros caminos convergen en la calle, en una exposición y, en el mejor de los casos, en una barra. De esos encuentros lo más emocionante es poder constatar que, a pesar de los años, nuest

EVA

No está muy claro cómo fue que Adán cuando Dios le arrancó la costilla ni siquiera se despertó. Lo cierto es que la soledad había llegado al primer hombre tan sigilosa como una serpiente. Reptando se le había ido subiendo al alma mientras Adán se zambullía en el río, recorría los prados, se aliviaba el calor y la sed en el agua clara; mientras él comía hasta saciarse de todos los frutos al alcance de su mano y poseía desde lo más alto, de solo verlo: el Paraíso. Un día, cuando el sol era un crepúsculo en sus manos Adán sintió una mordida helada en el corazón. Extrañó de pronto la mirada en el fondo de otros ojos, la voz que rompiera con su nombre el silencio de las estrellas, el oído para abrir con su palabra un mar de peces plateados y, otra boca, para poner la suya. Apretó los ojos y poco a poco se quedó dormido. Tan profundamente dormido lo vio Dios, que se animó a arrancarle una costilla. Por las Escrituras podemos suponer que en las manos de Dios aquella costilla estaba predestina