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7 reflexiones prácticas

Por Alfredo Ortega Trillo SUEÑO ¿De qué materia están hechos los sueños? Yo me los imagino de nube, como esas nubes blancas sobre un fondo de cielo azul. Tan pronto te les quedas viendo comienzas a ver imágenes en ellas, proyecciones de tu cerebro que por estar en el cielo parecieran inalcanzables. Luego sopla el viento y se las lleva a otros cielos. Pero hay nubes que se quedan clavadas en el tuyo, sin que lluevan, sin que se las lleve el viento. De esta clase de nube deben estar hechos los sueños, no aquellos que dejamos en la almohada, sino esos que nos acompañan día a día, porque los soñamos con los ojos abiertos. Es verdad que los sueños se alojan en las alturas, pero no son inalcanzables. Si están en lo alto es solo para obligarnos a crecer hacia ellos. PASION ¿De qué materia están hechos los sueños? Yo me los imagino de nube, como esas nubes blancas sobre un fondo de cielo azul. Tan pronto te les quedas viendo comienzas a ver imágenes en ellas, proyecciones de tu c
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ELECCIONES EN TIJUANELA

Había una vez un municipio llamado Tijuanela en elecciones. Los candidatos miraban desde paredes y postes con ojos de papel las calles de la ciudad. Subidos en mantas y espectaculares gritaban frases como “Tijuanela merece más!” o “La esperanza de Tijuanela!” o “Hagámoslo juntos!” y hasta “Por un gobierno que robe menos”. Otros callaban en sus carteles, limitándose a sonreír o poner cara de circunstancia, como si hubieran llegado tarde a la repartición de frases. Cuando el tiempo estaba bueno y no hacía mucho calor, los candidatos bajaban de paredes y mantas y se iban a tocar puertas. Desde el micrófono en los estrados prometían más o menos las mismas cosas: seguridad, justicia o justicia, seguridad; transporte, vialidades o vialidades, transporte… alineando la secuencia con la ideológica de sus partidos. Se les veía muy animados y hasta contentos a los candidatos, como si quisieran contagiar de su entusiasmo al electorado. Sus alocuciones a un punto de la exposición llega

VUELTA AL PASADO

Parecía que la historia había ya superado la maldición de repetirse; que las lecciones del pasado nos habían instalado en la cordura y sensatez de una civilización sin vuelta a la barbarie. Entonces aparece un megalómano, ególatra, soberbio y arrogante: un hitler cualquiera, pero sin ideología ni ideas, y bastante más vulgar —acaso más a tono con la sociedad norteamericana actual—, para despertarnos del engaño: la bestia de la discriminación, de la xenofobia, de la desigualdad, de la fuerza bruta…   solo estaba dormida. Sólo dormía, y la despertó justamente este gracioso payasote que el partido republicano dejó entrar al ruedo para hacer más divertido el proceso electoral y, de paso, captar los votos de muchos ciudadanos despistados.   Jamás imaginaron los directivos de este partido que, a la postre, resultaría imparable el showman de la cabellera encendida ni que los “muchos ciudadanos despistados” pudieran contarse en millones y conformar una amenaza real del advenedizo para
EL PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE  Lo preocupante no es Donald Trump en sí, sino la multitud que lo respalda. ¿Será posible que exista tanta gente que admire la arrogancia, la mentira, la falta de escrúpulos… la vulgaridad? Es difícil pensar que un país que cuida así a sus perros se merezca un presidente así. Si Trump llegara a ganar la presidencia de los Estados Unidos sólo confirmaría dos cosas: que la solvencia económica de una nación nada tiene que ver con su civilidad  y que el pueblo tiene el gobierno que se merece.

FFF...!

Saltó el bufón al ruedo.  Estos esperpentos morales se dan de tanto en tanto en la historia y ahora —lo impensable— le tocó a los Estados Unidos lidiar con uno. En grado superlativo, están enfermos de lo mismo: son narcisistas, ególatras, arrogantes, vanidosos, afectos a desplantes de grandiosidad, faltos de empatía; se sienten especiales y ostentan un desmedido afán de atención y admiración por parte de los demás. Donald Trump sacude el mechón colorado en el círculo de luz y abre la boca —que es muy grande— para decir cosas que no hace mucho habrían hundido a cualquier político en campaña, pero no cuando ya hay dispuesta una masa ávida de vitorear  celebrities;  inculta, comodina y racista, que se siente en este monigote representada: “¡Dice cosas que yo quisiera decir y no me atrevo!”  Con el mismo talante de Hitler, Stalin, Mao y Kim Jong Un ¿qué hará el payasote de la cabellera encendida si gana la presidencia de los Estados Unidos? No hay duda que Trump es el pr