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Mostrando entradas de 2010

Paquiao VS Margarito

DEL ESPECTÁCULO Llamó la atención el planteamiento hollywoodense del espectáculo, que inluyó una semillita de suspenso con el asunto del enteipado de las manos, entreverando la posibilidad de que la pelea se suspendiara, mientras el cuadrilátero cobraba visos de variedad con un cantante sin más talento que sus ventas de discos. Yair estuvo de plano gris con la entonación del himno nacional mexicano. En cambio, con una agradecida lección de dignidad, emoción y dulzura, la filipina cantó angelical, plantada en un largo vestido rojo de delicado escote. Incluso la cámara, arrobada, no retiró su lente hasta que ella exhaló la última nota y sonrió, al punto en que estalló la visión de las tres cheerleaders rubias en tops y hotpants, que saltaron al escenario para recordarnos --por si se nos había olvidado-- con su rozagante juventud, sus cabelleras rubias y el himno nacional, que estábamos en Estados Unidos. El despliegue televisivo previo al encuentro (manejo de cámaras, luces, música tipo

Las 140 letras de Twitter

Desde que comenzó el uso de celulares para mandar mensajes, en aras de la velocidad y el poco espacio, las palabras y los caracteres se contrajeron; la expresión se empobreció. La moda de las redes sociales, en el mismo tenor redujo la expresión de la comunicación. Es comprensible que esta restricción de espacio y tiempo defina así estos medios de comunicación, lo lamentable es que este empobrecimiento en la expresión convertido en moda se haya convertido también en una epidemia que invade todas las formas de comunicación entre las personas aún fuera de las llamadas redes sociales.

Francófonos y anglófonos en Canadá

La isla de Montreal se encuentra en la provincia francesa de Quebec. Pero el otro día fui a Ottawa, la capital del país en Toronto, a unas dos horas de distancia, y sentí la diferencia. Como el resto de Canadá, que es fundamentalmente anglófono, Toronto tiene un ascendente cultural inglés que lo asemeja más a los Estados Unidos. Esta diferencia entre el resto de Canadá y la provincia de Quebec se percibe no sólo en la arquitectura de sus barrios sino, fundamentalmente, en la idiosincrasia. En la parte francesa la gente parece más cálida y espontánea, más llevada del sentido común que de las reglas, más abierta al trato y menos quisquillosa con el espacio personal. Aquí la gente se acerca y toca más cuando habla o interactúa en la calle que en la parte anglófona. Aquí un extraño como yo puede sentirse más cómodo y cercano a la gente que en cualquier otra ciudad de similar tamaño en los Estados Unidos, , a pesar de la aparente barrera del idioma (luego me lanzan una sonrisita complacient