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FFF...!

Saltó el bufón al ruedo. 

Estos esperpentos morales se dan de tanto en tanto en la historia y ahora —lo impensable— le tocó a los Estados Unidos lidiar con uno. En grado superlativo, están enfermos de lo mismo: son narcisistas, ególatras, arrogantes, vanidosos, afectos a desplantes de grandiosidad, faltos de empatía; se sienten especiales y ostentan un desmedido afán de atención y admiración por parte de los demás.

Donald Trump sacude el mechón colorado en el círculo de luz y abre la boca —que es muy grande— para decir cosas que no hace mucho habrían hundido a cualquier político en campaña, pero no cuando ya hay dispuesta una masa ávida de vitorear celebrities; inculta, comodina y racista, que se siente en este monigote representada: “¡Dice cosas que yo quisiera decir y no me atrevo!” 

Con el mismo talante de Hitler, Stalin, Mao y Kim Jong Un ¿qué hará el payasote de la cabellera encendida si gana la presidencia de los Estados Unidos?

No hay duda que Trump es el prototipo de hombre de éxito económico a la norteamericana. De esa clase de “éxito” para el que la masa ha sido mediáticamente programada, soslayando que la cumbre de los anhelos del hombre no son de esa índole; que son muy otras las condiciones que redimen y exaltan la condición humana y que, en Trump, por cierto, no se ven por ningún lado.  Habría que sospechar de esta entrecomillada palabrita.  Después de todo, ¿no parece demasiada coincidencia que siendo Donald Trump modelo de “éxito” sea también escandaloso modelo de deshonestidad, vulgaridad rampante y ostensible desvergüenza; rasgos que por sí solos denotan lo más deplorable de la condición humana?

Si como candidato habla mucho y dice nada; como estadista, Donald Trump se nos propone con una visión completamente trastocada. Alguien debiera decirle que en una nación los individuos no son triunfadores ni perdedores como en sus libros sino ciudadanos con deberes y derechos y aspiraciones legítimas a ser felices; del mismo modo que un Estado no es una empresa ni, mucho menos, su fin la utilidad.

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