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Mostrando entradas de 2008

NAVIDAD EN LA MONTAÑA

Sentía el volante helado a través de los guantes, y oía la nieve compactarse debajo de las cadenas. Navidad, el tiempo de estar juntos, le animaba a enfrentar la montaña mientras la nieve se le venía encima haciendo espirales contra el parabrisas. Intentando ganarle a la tormenta tomó un atajo por el que supuso no le faltaría mucho para trasponer la cuesta. Después, sería dejar que la nariz le llevara hasta el pavo, que ahora mismo debía estar sacando su mujer del horno; pero la ventisca alargaba más y más el camino, y él poco a poco dejaba de silbar. Del radio salía Silent Night cuando quedó varado. Su dedo siguió el curso que supuso había tomado pero se le salió del mapa. Linterna en mano salió del carro y se alejó en la ventisca buscando algún punto de referencia, pero el bosque se ensanchaba alrededor de él, infinito y denso. Los copos contra las ramas producían una siniestra crepitación en el paisaje cuando el chasquido de un portazo lo dejó paralizado. Se ocultó tras unos arbust

EL FENÓMENO ARJONA

ARJONA ES TODO UN FENÓMENO. No deja de impresionar el hecho de que un cantautor tan malo pueda reunir a tantos seguidores hasta llenar estadios. Me da flojeara emprender este alegato, pero en consideración a la sinceridad y vehemencia de quienes en este blog lo defienden ( http://new.e1.music.yahoo.com/blogs/el_playlist/2078 ), siento el deber cívico y moral de sacudir su anonadamiento estético hacia este impostor del buen gusto, pues la influencia de Arjona es avasalladora y ha atrofiado la sensibilidad del público. ¿Qué sucedió con la tradición hispanoamericana de la canción con letra que había emprendido su carrera tan deslumbrantemente bajo la estrella de autores como Silvio Rodríguez, Auté, Joaquín Sabina, José Alfredo Jiménez, Discépolo, Armando Manzanero, por citar algunos? Encima, Arjona posee la rara virtud de hacer creer a sus seguidores que son inteligentes, educados y cultos porque entienden sus canciones. Se sienten bien en el engaño, ignorando que las tres cosas no

MI PATRIA CAFÉ

En la alegría de los festejos patrios quiero celebrar una patria muy distinta a la que por estas fechas confundimos fácilmente con sus símbolos. Más profana que los himnos y las banderas, yo quiero celebrar esa otra patria que fui a divisar un 16 de septiembre desde la ventana de un tercer piso en un pueblito de Minnesota. Querría mirar desde aquella ventana abierta más allá de donde se juntaban el cielo y la tierra, pero el horizonte era curvo, y la vista no podía seguir esa curvatura que, en cambio, si doblaba la nostalgia: a ojos cerrados, podía divisar mi cielo, mi tierra y mis hermanos. “Patria”, aquella palabra que me había enseñado la escuela escurriendo sangre de héroes, distante del coheterío del 15 por la noche, de pronto se me convertía en su propio eco, y sus resonancias se me desdoblaban hacia adentro: el recuerdo de una alegría corriendo descalza de boca en boca, la voz de mi madre entre sartenes y paletas. Era como si de pronto el cosquilleo de un trompo me escarbara de

LA CONDESA

Deambulando por las calles de La Condesa es inevitable que un paso retozón se le pegue a uno a los zapatos, que los cinco sentidos se aviven y que den ganas de detenerse en una mesita de café para escribir a los amigos. Me estoy quedando aquí en la ciudad de México, en un séptimo piso muy cerca de la unión de Tamaulipas y Michoacán en La Condesa. Desde allá arriba casi puedo elegir bajo las frondas de los árboles un cafecito distinto para cada sesión de escritura. Ahora escribo desde uno que se llama Village Café. La Condesa es un barrio lleno de callecitas en diagonal con camellones profusamente arbolados que se cruzan. Abundan los restaurantes con marquesinas y toldos sobre las banquetas, bares y cafés. Por las noches, mientras el resto de la ciudad se recoge, La Condesa se distiende en una glamorosa celebración al diente y a las coqueterías. A mí me gusta especialmente La Condesa los domingos por la mañana. Hay una languidez en el ambiente en que se antoja deambular por debajo de l

CORÍN SE CASA

Mi prima Corín tiene los ojos árabes. Cuando la conocí teníamos los dos siete años. Mi padre había manejado una guayina Ford del año, desde Tijuana hasta la Ciudad de México, para que nos conociéramos con los tíos y primos del D.F. En uno de los paseos que hicimos con los primos íbamos los niños en la parte trasera de la guayina. Corín sentada a mi izquierda. Su codo rozó con el mío, y es el primer recuerdo que tengo del interés que han despertado en mi vida las mujeres. Los niños saltamos del carro y corrimos hacia los atracaderos. A mí se me olvidó el codo de mi prima al ver las trajineras. Era el tiempo en que las trajineras de Xochimilco todavía iban decoradas con flores naturales. Veintitrés años después sería Corín la de la idea que incineráramos el cuerpo de mi padre. No hubo mucha convivencia entre los primos durante años, pero en esporádicos momentos importantes de la familia hemos estado juntos. Ayer yo entregué a Corín en matrimonio a un áraomrabe musulmán. Corín tiene una h

CHIMALISTAC

Ayer domingo hice un interesante recorrido peatonal por una callecita: "Paseo del río", cuya entrada pasa desapercibida detrás de un puesto de tortas en Miguel Ángel de Quevedo. Mientras masticaba una torta de milanesa con queso me llamó la atención la tupida floresta que se divisaba al fondo del callejón. La tortera me dijo que por ahí se podía llegar al eje 10. Con un poco de curiosidad me asomé, y con otro poco caminé unos pasos. Enseguida sentí que la curiosidad me arrastraba. Y así me fui internando a otro tiempo mientras la tierra suelta y las ramitas de los árboles comenzaban a crepitar blandamente debajo de mis pies. El lecho del río Magdalena, ya seco, va serpenteando, angosto, entre árboles torcidos de arrugadas cortezas, y de cuando en cuando uno cruza por debajo de robustos puentes coloniales de piedra oscura en forma de arcos. En la ribera del río descansan añosas casas anteriores a la Independencia. De sus paredes de piedra surge el hierro de los faroles en ángu

AMOR Y ENAMORAMIENTO

El amor y el enamoramiento a menudo se nos confunden a pesar de que la única definición definitiva que tenemos del amor: "Dios es amor", nada tiene que ver con la exaltación sentimental que hace del enamoramiento toda la parafernalia artística encabezada por la canción popular. Fuera de la definición de amor ya expresada, sólo podemos hablar de éste por sus efectos: la madre que se quita el pan de la boca para dárselo al hijo, el esposo que deja el tibio lecho a media noche para reparar una gotera, la anciana que cuida del marido desahuciado en un hospital. Del enamoramiento, en cambio, podríamos construir un tratado con rigor clínico: patología del corazón que embota los sentidos, hace perder el apetito y el sueño y mina la voluntad del enfermo. A diferencia del acatarrado que estornuda y se cubre la boca con un pañuelo, el enamorado insiste, se empeña en contagiar a la persona amada, aunque a menudo la naturaleza se las arregla para impedir el contagio, pues cuanto más agud

LOS TAMALES

Alfredo O. Trillo Explicación para una amiga española. Los tamales son uno de los platillos tradicionales de la cocina mexicana para la cena de Noche Vieja. Considerando ocasión tan celebrada su apariencia es bastante desangelada y grotesca. Imagínate una bolsa hecha de una hoja de mazorca de maíz con un cuerpo de masa cocida por dentro. Variedades hay muchas, dependiendo de la región del país. Yo me referiré a la versión que me puede parecer más típica. Como te decía, se trata de un cuerpo de masa de maíz cocido a vapor con trozos de carne de pollo o de res en las entrañas o rajas de chile jalapeño y queso o bien puede tratarse de tamales dulces, con trocitos de piña y mermelada por dentro. Envuelto va el tamal en el sudario de una hoja de mazorca, la que cierran, anudadas por los extremos, tiras que previamente se han entresacado de otras hojas. Las hojas de mazorca se las compra en el mercado, y ésta vez venían muy angostas, de manera que mi madre debía empalmar dos o tres para envo