DEL ESPECTÁCULO
Llamó la atención el planteamiento hollywoodense del espectáculo, que inluyó una semillita de suspenso con el asunto del enteipado de las manos, entreverando la posibilidad de que la pelea se suspendiara, mientras el cuadrilátero cobraba visos de variedad con un cantante sin más talento que sus ventas de discos. Yair estuvo de plano gris con la entonación del himno nacional mexicano. En cambio, con una agradecida lección de dignidad, emoción y dulzura, la filipina cantó angelical, plantada en un largo vestido rojo de delicado escote. Incluso la cámara, arrobada, no retiró su lente hasta que ella exhaló la última nota y sonrió, al punto en que estalló la visión de las tres cheerleaders rubias en tops y hotpants, que saltaron al escenario para recordarnos --por si se nos había olvidado-- con su rozagante juventud, sus cabelleras rubias y el himno nacional, que estábamos en Estados Unidos. El despliegue televisivo previo al encuentro (manejo de cámaras, luces, música tipo pista de cine y las voces de los comentaristas con su corbatita de moño) fue digna de una película de Rocky.
NOBLEZA:
En el penúltimo round, de una pelea que ganó el diputado Tony Paquiao de Filipinas, éste tuvo la nobleza de sugerir al réferi detener la pelea, tomando en cuenta que a su contrincante sólo le quedaba un ojo abierto. Paquiao habría podido aplastar a Margarito, el de Tijuana, sin ninguna consideración en el último round, pero se abstuvo de engolosinar la saña de sus seguidores, demostrando de qué madera moral está hecho, al "respetarle" la vida.
Llamó la atención el planteamiento hollywoodense del espectáculo, que inluyó una semillita de suspenso con el asunto del enteipado de las manos, entreverando la posibilidad de que la pelea se suspendiara, mientras el cuadrilátero cobraba visos de variedad con un cantante sin más talento que sus ventas de discos. Yair estuvo de plano gris con la entonación del himno nacional mexicano. En cambio, con una agradecida lección de dignidad, emoción y dulzura, la filipina cantó angelical, plantada en un largo vestido rojo de delicado escote. Incluso la cámara, arrobada, no retiró su lente hasta que ella exhaló la última nota y sonrió, al punto en que estalló la visión de las tres cheerleaders rubias en tops y hotpants, que saltaron al escenario para recordarnos --por si se nos había olvidado-- con su rozagante juventud, sus cabelleras rubias y el himno nacional, que estábamos en Estados Unidos. El despliegue televisivo previo al encuentro (manejo de cámaras, luces, música tipo pista de cine y las voces de los comentaristas con su corbatita de moño) fue digna de una película de Rocky.
NOBLEZA:
En el penúltimo round, de una pelea que ganó el diputado Tony Paquiao de Filipinas, éste tuvo la nobleza de sugerir al réferi detener la pelea, tomando en cuenta que a su contrincante sólo le quedaba un ojo abierto. Paquiao habría podido aplastar a Margarito, el de Tijuana, sin ninguna consideración en el último round, pero se abstuvo de engolosinar la saña de sus seguidores, demostrando de qué madera moral está hecho, al "respetarle" la vida.
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