Aventar a nuestro CLAYTON al ruedo con una contrincante a la que se le había muerto la mamá durante el concurso podría ser no culpa de nadie (mucho menos del CLAYTON), pero estrujar con ello la sensiblería de nuestro pueblo telenovelero, llevaba la saña de inflar una cuota popular. Los coaches o cuachas, sacerdotes del ritual, lo hicieron muy bien, siguiendo el libreto de esos seres que median entre ellos y dios: los productores o profetas que conocen el futuro, incluso quién va a ganar. ¿O cómo se explica que una Laura Paucini, que sin pestañear apretó el botón apenas oyó al CLAYTON la primera vez; en la segunda, al deshacerse Yuri de él no hizo por “robárselo”?
No me sorprende tanto que hubieran eliminado al CLAYTON de La Voz México, sino mi propia, nuestra propia indignación; y el que se nos hubiera olvidado que estábamos en el circo!
No seamos ingenuos esperando peras del olmo, celebramos mejor haber visto en la carpota de La Voz México —y no de payaso— a nuestro gran CLAYTON, primer soprendido del prodigio de su propia voz, con la que, y gracias al escaparate de televisa, sorprendió a millones en todo el país.
FELICIDADES KLEYTON, gran CLAYTON, orgullo de TIJUANA!
Tu socio de tantas canciones... TRILLO.
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